Cuando alguien nos ha ofendido, esperamos que pida disculpas – pero ¿vale realmente la pena una disculpa? No demasiado, según un nuevo estudio en Scientific American:
“Las expectativas de una disculpa para hacernos sentir mejor e incluso olvidarnos de las cosas malas que han ocurrido están sobreestimados”, dice el coautor del estudio David De Cremer de la Rotterdam School of Management, ErasmusUniversity. Después de hacerles algo malo, quienes imaginaron recibir una disculpa se mostraron más satisfechas que las personas que en realidad tuvieron una disculpa, según el estudio.
“A la luz de los casos de fraude, la crisis financiera, la escalada moral de la que la gente parece ser testigo en la sociedad contemporánea, hay una gran necesidad de disculpa, de manera que parece que vivimos en una cultura de la disculpa“, dice De Cremer.
Pero nuestro deseo colectivo de disculparnos no puede ser un gran indicador de su efecto una vez disculpados. Los estudios han demostrado que las personas son pobres predictores de sus respuestas emocionales a la vida y tienden a sobrestimar las reacciones de futuro tanto en situaciones positivas como negativas. (Esto es por no decir nada de las estimaciones de nuestro comportamiento altruista, también exagerado.) Un error de predicción similar distorsiona nuestra percepción de las disculpas.