En una bóveda de un laboratorio a las afueras de París hay un pequeño cilindro de aleación de platino-iridio que sirve como el estándar para todas las mediciones de la masa en todo el mundo. Mediante un acuerdo internacional de 1889, la masa de este cilindro de metal define el kilogramo.
Pero esto puede cambiar pronto. El kilogramo es la única unidad de medida que todavía se basa en un artefacto hecho por el hombre. Un segundo de tiempo, por ejemplo, ahora se define en términos de una transición de electrones del átomo de cesio. Y el metro está ligado a la velocidad de la luz. Estas normas son universales e inmutables, a diferencia del kilogramo oficial. La masa del cilindro de referencia se ha desviado un poco a través de los años, no lo suficiente como para deshacerse de su báscula de baño, pero suficiente para molestar a los científicos de medición.
Algunos de ellos se reunen el 24 de enero en la Royal Society en Londres para discutir las futuras mejoras de las unidades de medida. El plan es, en algún momento, relacionar el kilogramo con un número universal conocido como constante de Planck. Pero la tecnología necesaria para hacer eso todavía no está completamente desarrollada. Así que, por el momento, ese pequeño cilindro de metal a las afueras de París tendrá que seguir tirando de su peso. Quiero decir, de su masa.
– John Matson
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