Esta historia del nuevo zodiaco recuerdo haberla leído hace años. No es que me interese mucho, si acaso como simple curiosidad. Pero a quién más o a quién menos le gusta su signo zodiacal, que desde niños forma parte de quienes somos, de nuestra identidad.
Con esto de internet ya se sabe cómo van las cosas. Sale una noticia, se convierte en un meme o trend topic, y es el tema de conversación de millones de personas a lo largo del globo. En este artículo titulado “El nuevo zodiaco causa crisis de identidad instantánea“, se repasa algunos de los miles de mensajes de este estilo:
-“OMG No soy Leo ayudarme con eso”
-“Mi hija y sus amigas están muy enfadadas. ¿Han cambiado los signos?”
-“No estoy preocupado, se que soy un verdadero Escorpio”
-“Cariño, ¿qué significa esto para nosotros? Podría ser Piscis”
“Ya se sabe que nuestras identidades son preciosas. Si alguien cuestiona nuestro sistema de creencias, es muy amenazante. Quieres agarrarte al hecho de que como mínimo, eres Libra”, según expertos consultados.
El problema no está en que se comente esta noticia en todos sitios, sino que la gente se lo crea. Pero ya se sabe que cada uno es cada uno. Así que si crees en la astrología, una superstición como otra cualquiera, relájate, ya que además el tema de nuevos zodiaco, el del signo número 13, es falso, un bulo, un error.
Como bien explica Javier Armentia en su blog, no hay constelaciones zodiacales nuevas. Estos cambios en el zodiaco no se aplican a la mayoría de los occidentales, que siguen el zodiaco tropical, que se basa en las estaciones. El cambio de signos es algo de oriente, donde se basan en el zodiaco sideral, que se basa en constelaciones.
En cualquier caso, por si alguien estaba despistado, no hay constelaciones zodiacales nuevas: esto es una decisión cerrada, ya hace casi un siglo, por la Unión Astronómica Internacional, que fijó en 88 el número de regiones del cielo acotadas con sus límites definidos y llamadas constelaciones, que se nombran en latín, y en las que la eclíptica pasa por 14 constelaciones (bueno, es que aparte de Ophiucus el 27 de marzo la eclíptica toca la esquina de Cetus, de forma que el Sol está durante unas 12 horas entre Pisces y Cetus, muy propio). Si contamos los planetas y Plutón, que sigue apareciendo alegremente en los horóscopos de esos timadores astrólogos, además de esas 14 constelaciones que marcan el camino aparente del Sol a lo largo del año, sumaríamos un total de 28 constelaciones si consideramos aquellas en las que pueden colocarse esos astros. Con lo que, sensu stricto, si la creencia astrológica usa las posiciones en el cielo de los planetas (incluyendo Urano y Neptuno, siempre después -y no antes- de su descubrimiento por los astrónomos, que nunca antes se quejó un astrólogo de una influencia faltante, y Plutón que ya no es planeta, pero que tampoco se incluía antes de su descubrimientos astronómico -que no astrológico- en 1930), el Sol y la Luna, sobre ese dibujo de las constelaciones, deberíamos tener un zodiaco mucho más ampliado, qué menos.
El tema llama la atención por dos cuestiones: primero, la desinformación e ignorancia de la gente, que se cree todo lo que lee. Y la segunda, que hay mucha gente que cree que las estrellas influyen en su vida. Para el primer caso, no hay que creerse todo lo que se lee, y para el segundo, si crees en la astrología, por lo menos debes saber que esto es algo absurdo y que es una superstición más. Y de postre, tranquilidad a todo el mundo: los signos del zodiaco no han cambiado no cambiarán. Vuestras identidades están a salvo.