Mad Men, la serie

Mad Men es una de esas series de calidad, de las que se dice es buena. No en vano, su creador, Matthew Weiner, trabajó durante 34 capítulos en Los Soprano.

Empecé a verla al ritmo de emisión, pero tras la primera temporada la abandoné porque me aburría. Demasiado pendiente en la ambientación, los años 60 en una agencia de publicidad en Nueva York, y torpe e incómodo desarrollo de las tramas y personajes. Aún así, muchos decían que la serie era muy buena.

Pero como no hay mucho donde elegir, le he retomado y con ella estoy. El lunes que viene emiten el season finale de la cuarta temporada, y no puedo esperar. Sí, la serie es buena.

La serie mejora cada temporada, justo porque han ido corrigiendo sus defectos: cada vez es menos sobre vestuarios y oficinas en los 60 en New York, y más sobre personajes y tramas. En las dos últimas temporadas ya no se trata de en qué año sucede todo, sino sobre qué sucede.

Esta cuarta temporada es la mejor hasta el momento. Incluso tiene algunos momentos “Soprano”, aunque en nada se parecen. Quizá en que en ambas series, a pesar de desarrollarse en un submundo no del todo moral, bastante feo y desagradable, y que los protagonistas se comportan mal, queremos que se salgan con la suya.

En Los Soprano, Tony era un ser humano bastante detestable casi siempre, pero teníamos simpatía por el, aunque al final pidiéramos su sangre. En Mad Men, nos encontramos con Don Drapper, un personaje misterioso que solo se preocupa de sí mismo, egoísta e insensible casi siempre, pero que es un genio, alguien inteligente y ambicioso que va logrando sus objetivos. Es precisamente esto, la lucha de Don contra ese mundo de locos y su forma de superar cualquier obstáculo, lo que nos hace pegarnos a la pantalla. Y es, sobre todo en la tercera y cuarta temporada, donde ya tenemos claro el guión: ¿qué genialidad hará Don para salirse con la suya?

Además, si en la primera temporada los personajes eran poco atractivos, sin interés, ahora todos son interesantes, con profundidad y una sicología determinada. Y por supuesto, mención especial para Peggy: probablemente el único personaje que entiende a Drapper.

En definitiva, una serie interesante, con varias capas como tienen las buenas series, aunque no tan bien realizada como Los Soprano. Pero como habréis notado, el simple hecho de comparar ambas series ya es algo muy bueno.