Mozart componí­a con una máquina

Mozart componía con una máquina
Más que con una máquina, Mozart inventó un juego de dados con el que se podí­a, y se puede, componer un vals sin tener ni idea de música ni de composición. Mozart diseñó dos tablas, una para los primeros ocho compases del vals y otra para los otros ocho. En las tablas, las columnas corresponden a los ocho compases de cada parte del vals, y las filas están numeradas del 2 al 12.

Cada uno de los compases se escoge lanzando dos dados y anotando la suma del resultado (hay once resultados posibles, del dos al doce, para cada caso). Los compases se combinan según lo indicado por estas tablas a partir del resultado obtenido con los dados. Con este mecanismo, Mozart compuso 176 compases (catalogados como K. 294).

Hoy en dí­a, muchos compositores prueban todo tipo de programas informáticos para generar “música”, intentando encontrar la proxima obra maestra (yo mismo me entretengo de vez en cuando intentando hacer algo que suene minimamente bien con el Cubase o el FL Studio, por ejemplo).

Sin embargo, la utilización de patrones matemáticos o de la matemática en general se ha utilizado practicamente desde siempre para todo tipo de actividades artí­sticas, como la música o la arquitectura. Algunos ejemplos son Le Corbusier para el diseño de un pabellón que construyó para la Exposición Internacional de Bruselas de 1958, en cuya estructura no hay ninguna superficie plana, Béla Bartók desarrolló un modelo formal basado en la serie Fibonacci utilizado por Beethoven en su Quinta Sinfoní­a o Guillaume Dufay, cuyos motetes derivan de una proyección geométrica aplicada a la música, a partir de las dimensiones de una catedral florentina y de la ya referida proporción áurea.

(Visto en Juegos de ingenio. Artí­culo completo en Amadeus)